El Diccionario de la Lengua Española define a la procuración como el cuidado o diligencia con que se trata y maneja un negocio; y agrega que es el oficio o cargo del procurador. La procuración de la justicia es un pilar fundamental para la vida de una sociedad, que debe garantizar el acceso efectivo a la legalidad y el respeto de los derechos humanos. Este proceso implica la investigación, persecución y sanción de los delitos, así como la protección de las víctimas y el fortalecimiento de la confianza ciudadana en las instituciones encargadas de la seguridad y el orden público. De acuerdo a nuestra Constitución, esta función se encomienda al Ministerio Público, que se organiza en una Fiscalía General de la República. La institución de la Fiscalía fue adoptada por nuestros documentos constitucionales desde la Constitución de Apatzingán y preservada por las Constituciones de 1824, 1836 y 1843. La Constitución de 1857 consagró a la institución del Ministerio Público como dependiente del Poder Judicial de la Federación; y fue hasta 1903 en que se le trasladó como parte integrante del Poder Ejecutivo. La Procuraduría General de la República fue parte del gabinete de los Presidentes durante casi un siglo, lo cual siempre fue criticado, debido a que su independencia en el ejercicio de la acción penal era muy cuestionable. Mediante una reforma constitucional en 2014 se creó a la actual Fiscalía General de la República como organismo constitucional autónomo; y fue en enero de 2019 en que el Pleno de la Cámara de Senadores eligió al doctor Alejandro Gertz Manero como su primer titular. El Inegi indica que, al cierre de 2025, sólo existen 25 fiscalías estatales con funciones de organismo constitucional autónomo; lo que deja entrever que el proceso iniciado desde 2014 no ha terminado de concretarse en el país, situación que compromete la eficiente investigación y persecución de los delitos. De igual forma, después de la inopinada renuncia del titular de la Fiscalía General antes de concluir su mandato, debemos subrayar que tampoco ningún otro fiscal de las entidades federativas ha terminado el periodo para el cual había sido designado. Esto significa que no hay voluntad política para que los Poderes Ejecutivos renuncien a la costumbre de mantener bajo su control la función de procuración de justicia y el ejercicio de la acción penal. La elección en el Senado de Ernestina Godoy como nueva fiscal general de la República generó muchos consensos y tiene varias lecturas que pueden ser positivas. La primera, la posibilidad de una mejor coordinación con las instituciones policiales de los tres órdenes de gobierno, incluida la Guardia Nacional, para la más eficaz investigación de los delitos. Y la segunda, dada su estrecha relación con la Presidencia de la República, pueda lograr obtener más apoyo presupuestal para profesionalizar las actividades ministeriales con elementos técnicos modernos y poder brindar así mejor servicio. El reto heredado es enorme. El Inegi reporta que tan sólo durante 2024 se abrieron 78,611 carpetas de investigación en la FGR; y la impunidad histórica de los delitos es superior a 90 por ciento. Cuando se discutió la pertinencia de la aprobación de la reforma al Poder Judicial, se prometió ­—desde las más altas esferas del gobierno— que habría una reforma profunda a las fiscalías para mejorar la procuración e impartición de justicia, bajo los principios de objetividad, lealtad y buena fe. Desde la academia, se estará pendiente de que esto se haga realidad. Como Corolario la frase del juez George Sutherland: “El primer y más fundamental deber de un fiscal es no el de asegurar condenas, sino el de ver que se haga justicia”.   Columnista: Raúl Contreras BustamanteImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0El Diccionario de la Lengua Española define a la procuración como el cuidado o diligencia con que se trata y maneja un negocio; y agrega que es el oficio o cargo del procurador. La procuración de la justicia es un pilar fundamental para la vida de una sociedad, que debe garantizar el acceso efectivo a la legalidad y el respeto de los derechos humanos. Este proceso implica la investigación, persecución y sanción de los delitos, así como la protección de las víctimas y el fortalecimiento de la confianza ciudadana en las instituciones encargadas de la seguridad y el orden público. De acuerdo a nuestra Constitución, esta función se encomienda al Ministerio Público, que se organiza en una Fiscalía General de la República. La institución de la Fiscalía fue adoptada por nuestros documentos constitucionales desde la Constitución de Apatzingán y preservada por las Constituciones de 1824, 1836 y 1843. La Constitución de 1857 consagró a la institución del Ministerio Público como dependiente del Poder Judicial de la Federación; y fue hasta 1903 en que se le trasladó como parte integrante del Poder Ejecutivo. La Procuraduría General de la República fue parte del gabinete de los Presidentes durante casi un siglo, lo cual siempre fue criticado, debido a que su independencia en el ejercicio de la acción penal era muy cuestionable. Mediante una reforma constitucional en 2014 se creó a la actual Fiscalía General de la República como organismo constitucional autónomo; y fue en enero de 2019 en que el Pleno de la Cámara de Senadores eligió al doctor Alejandro Gertz Manero como su primer titular. El Inegi indica que, al cierre de 2025, sólo existen 25 fiscalías estatales con funciones de organismo constitucional autónomo; lo que deja entrever que el proceso iniciado desde 2014 no ha terminado de concretarse en el país, situación que compromete la eficiente investigación y persecución de los delitos. De igual forma, después de la inopinada renuncia del titular de la Fiscalía General antes de concluir su mandato, debemos subrayar que tampoco ningún otro fiscal de las entidades federativas ha terminado el periodo para el cual había sido designado. Esto significa que no hay voluntad política para que los Poderes Ejecutivos renuncien a la costumbre de mantener bajo su control la función de procuración de justicia y el ejercicio de la acción penal. La elección en el Senado de Ernestina Godoy como nueva fiscal general de la República generó muchos consensos y tiene varias lecturas que pueden ser positivas. La primera, la posibilidad de una mejor coordinación con las instituciones policiales de los tres órdenes de gobierno, incluida la Guardia Nacional, para la más eficaz investigación de los delitos. Y la segunda, dada su estrecha relación con la Presidencia de la República, pueda lograr obtener más apoyo presupuestal para profesionalizar las actividades ministeriales con elementos técnicos modernos y poder brindar así mejor servicio. El reto heredado es enorme. El Inegi reporta que tan sólo durante 2024 se abrieron 78,611 carpetas de investigación en la FGR; y la impunidad histórica de los delitos es superior a 90 por ciento. Cuando se discutió la pertinencia de la aprobación de la reforma al Poder Judicial, se prometió ­—desde las más altas esferas del gobierno— que habría una reforma profunda a las fiscalías para mejorar la procuración e impartición de justicia, bajo los principios de objetividad, lealtad y buena fe. Desde la academia, se estará pendiente de que esto se haga realidad. Como Corolario la frase del juez George Sutherland: “El primer y más fundamental deber de un fiscal es no el de asegurar condenas, sino el de ver que se haga justicia”.   Columnista: Raúl Contreras BustamanteImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0

Procuración de la justicia

2025/12/06 15:14

El Diccionario de la Lengua Española define a la procuración como el cuidado o diligencia con que se trata y maneja un negocio; y agrega que es el oficio o cargo del procurador.

La procuración de la justicia es un pilar fundamental para la vida de una sociedad, que debe garantizar el acceso efectivo a la legalidad y el respeto de los derechos humanos.

Este proceso implica la investigación, persecución y sanción de los delitos, así como la protección de las víctimas y el fortalecimiento de la confianza ciudadana en las instituciones encargadas de la seguridad y el orden público.

De acuerdo a nuestra Constitución, esta función se encomienda al Ministerio Público, que se organiza en una Fiscalía General de la República. La institución de la Fiscalía fue adoptada por nuestros documentos constitucionales desde la Constitución de Apatzingán y preservada por las Constituciones de 1824, 1836 y 1843.

La Constitución de 1857 consagró a la institución del Ministerio Público como dependiente del Poder Judicial de la Federación; y fue hasta 1903 en que se le trasladó como parte integrante del Poder Ejecutivo.

La Procuraduría General de la República fue parte del gabinete de los Presidentes durante casi un siglo, lo cual siempre fue criticado, debido a que su independencia en el ejercicio de la acción penal era muy cuestionable.

Mediante una reforma constitucional en 2014 se creó a la actual Fiscalía General de la República como organismo constitucional autónomo; y fue en enero de 2019 en que el Pleno de la Cámara de Senadores eligió al doctor Alejandro Gertz Manero como su primer titular.

El Inegi indica que, al cierre de 2025, sólo existen 25 fiscalías estatales con funciones de organismo constitucional autónomo; lo que deja entrever que el proceso iniciado desde 2014 no ha terminado de concretarse en el país, situación que compromete la eficiente investigación y persecución de los delitos.

De igual forma, después de la inopinada renuncia del titular de la Fiscalía General antes de concluir su mandato, debemos subrayar que tampoco ningún otro fiscal de las entidades federativas ha terminado el periodo para el cual había sido designado.

Esto significa que no hay voluntad política para que los Poderes Ejecutivos renuncien a la costumbre de mantener bajo su control la función de procuración de justicia y el ejercicio de la acción penal.

La elección en el Senado de Ernestina Godoy como nueva fiscal general de la República generó muchos consensos y tiene varias lecturas que pueden ser positivas.

La primera, la posibilidad de una mejor coordinación con las instituciones policiales de los tres órdenes de gobierno, incluida la Guardia Nacional, para la más eficaz investigación de los delitos.

Y la segunda, dada su estrecha relación con la Presidencia de la República, pueda lograr obtener más apoyo presupuestal para profesionalizar las actividades ministeriales con elementos técnicos modernos y poder brindar así mejor servicio.

El reto heredado es enorme. El Inegi reporta que tan sólo durante 2024 se abrieron 78,611 carpetas de investigación en la FGR; y la impunidad histórica de los delitos es superior a 90 por ciento.

Cuando se discutió la pertinencia de la aprobación de la reforma al Poder Judicial, se prometió ­—desde las más altas esferas del gobierno— que habría una reforma profunda a las fiscalías para mejorar la procuración e impartición de justicia, bajo los principios de objetividad, lealtad y buena fe.

Desde la academia, se estará pendiente de que esto se haga realidad.

Como Corolario la frase del juez George Sutherland: “El primer y más fundamental deber de un fiscal es no el de asegurar condenas, sino el de ver que se haga justicia”.

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Sin maquillaje / arlamont@msn.com / 6 de diciembre de 2025

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CIENTÍFICO ¿Desde cuándo usamos la palabra “científico”? R: Desde 1834. Durante siglos, quienes estudiaban el mundo natural eran llamados “filósofos naturales” u “hombres de ciencia”, términos que reflejaban una visión fragmentada y, a menudo, excluyente. Pero ese año, el académico inglés William Whewell propuso una palabra nueva: “científico”, inspirándose en el trabajo de Mary Somerville, matemática y divulgadora escocesa. Somerville había publicado Sobre la conexión de las ciencias físicas, una obra que unificaba distintas ramas del conocimiento en una sola narrativa accesible. Whewell, al reseñar el libro, entendió que la ciencia ya no era un conjunto de islas, sino un continente interconectado. Así nació el término “científico”, como quien crea arte con distintos medios: física, química, astronomía… todas buscando comprender el mundo. La palabra no sólo nombró una profesión; nombró una vocación colectiva.   ALGO NUEVO ¿Por qué sentimos placer al aprender algo nuevo? R: Porque el cerebro lo celebra. Aprender activa circuitos de recompensa similares a los del alimento o el afecto. Cuando descubrimos una idea, una conexión, una explicación que antes no teníamos, el cuerpo libera dopamina: la molécula del entusiasmo. En México, donde la conversación cotidiana mezcla historia, refranes, ciencia y farándula, aprender no es sólo académico, es social. Compartir un dato curioso en la sobremesa, entender un fenómeno natural, recordar una palabra antigua… todo eso nos conecta. Aprender es pertenecer. Y en tiempos de sobreinformación, encontrar algo que realmente nos sorprenda es como hallar una flor en medio del concreto. Nos recuerda que aún hay misterio, y que aún somos capaces de asombro. Todos los días, afortunadamente.   NOMBRANDO ¿Por qué importa cómo nombramos las profesiones? R. Porque el lenguaje construye realidad. Decir “hombre de ciencia”, excluye. Decir “científico”, incluye. Las palabras que usamos para nombrar profesiones, talentos o roles sociales definen quién tiene permiso para imaginarse ahí. Y durante siglos, muchas personas quedaron fuera por cómo se hablaba de ellas. En México, esto se refleja en cómo nombramos a las mujeres en cargos públicos, a los jóvenes en espacios técnicos, a los migrantes en profesiones calificadas. Cambiar el lenguaje no es corrección política: es justicia simbólica. Cuando decimos “ingeniera”, “doctora”, “artista”, “científica”, estamos abriendo puertas que antes estaban cerradas por gramática. Nombrar bien es incluir. Y eso también es ciencia social.   ARTE Y CIENCIA ¿Puede un artista ser también un científico? R. Absolutamente. La ciencia y el arte comparten más de lo que parece: observación, experimentación, sensibilidad, y búsqueda de patrones. Un artista analiza la luz, el color, la forma; un científico, también. La diferencia está en el lenguaje, no en la intención. Mary Somerville lo entendió bien: describió la ciencia como una red de conexiones, no como una torre de marfil. En México, donde la creatividad convive con la lógica en cada oficio, esta dualidad es cotidiana. Ser artista no excluye ser científico. Ser curioso es el punto de partida. La pregunta no es si se puede, sino por qué seguimos separando lo que el alma ya unió. Columnista: Alfredo La Mont IIIImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0
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Excelsior2025/12/06 17:00