La capilla centenaria conserva su altar original y atrae a visitantes por su atmósfera de calma y valor arquitectónicoLa capilla centenaria conserva su altar original y atrae a visitantes por su atmósfera de calma y valor arquitectónico

El convento que estuvo abandonado por años y hoy renace como escapada a 40 minutos de Buenos Aires

2025/12/08 19:32

A pocos minutos en lancha del mítico puerto del Tigre, un imponente edificio de rasgos neoclásicos emerge entre los árboles del Delta. El Convento San Francisco, una construcción centenaria que funcionó durante décadas como centro religioso, fue abandonado por más de un siglo hasta quedar prácticamente en ruinas.

Hoy, gracias al trabajo de Enrique, un vecino que decidió restaurarlo, se convirtió en la propuesta ideal para quienes buscan salir de la capital y conectarse con la naturaleza. Así, combina la historia de un edificio único con actividades al aire libre: trekking, paseos en kayak, piscina, shows en vivo y caminatas guiadas por la isla.

El lugar tiene piscina, senderos, muelle para pesca y propuestas como shows, DJ en vivo y gastronomía casera.

Un convento de 1910 que volvió a la vida

La historia del lugar se remonta a la obra del arquitecto italiano Virgilio Cestari, el mismo que construyó reconocidas edificaciones como el pórtico del Tattersal de Palermo.

Cestari diseñó una imponente estructura palafítica compuesta por numerosos salones que ocupó la orden franciscana durante buena parte del siglo XX y hoy fueron reconvertidas en habitaciones para el hospedaje, siempre manteniendo la mística de sus orígenes.

“La zona era entonces un polo frutícola: los vecinos cultivaban la materia prima utilizada en la fábrica de sidra La Real, instalada a metros del convento. En ese contexto, cumplió un rol social central: además de oficiar misas y brindar apoyo espiritual, administraban una escuela primaria mixta —inusual para la época—, talleres de oficios, comedores comunitarios y campamentos de boy scouts“, narra Silvina de Prado, administradora y gestora del complejo.

El altar original de roble, pieza central de la capilla, está intacto desde la época franciscana

Pero la gran sudestada de 1946 cambió el destino del edificio: las aguas superaron los dos metros, destruyeron la fábrica y forzaron a los religiosos a abandonar la misión. Con menos población y sin actividad económica, el convento quedó expuesto a las crecientes, al deterioro y, finalmente, al abandono.

La recuperación llegó recién en 2003: decidieron restaurarlo y convertirlo en el corazón simbólico del Senador Dupont, un complejo de 40 hectáreas que integra hotelería, gastronomía, actividades culturales y experiencias aventureras.

La capilla: un corazón intacto

Pese a décadas de abandono, la capilla del convento pudo ser restaurada y hoy es uno de los espacios más atractivos para los amantes de la historia y la arquitectura. Un característico piso calcáreo atestigua el paso del tiempo y un imponente altar de roble, macizo y oscuro, concentra la luz que entra por las ventanas altas.

Las imágenes originales y el techo a dos aguas completan un ambiente silencioso que funciona tanto para ceremonias y casamientos como para quienes simplemente buscan unos minutos de calma o contemplación estética. Su silencio sepulcral y cierta penumbra crean una atmósfera singular que deslumbra incluso a los no creyentes.

Durante los recorridos, los visitantes pueden subir al campanario de la capilla y hacerla retumbar en el bosque

Qué se puede hacer

El complejo combina naturaleza, gastronomía y vida cultural, con las siguientes propuestas tanto para huéspedes como para visitantes:

  • Senderismo y trekking guiado
  • Caminatas en el bosque
  • Piscina al aire libre
  • Pesca en muelle
  • Canotaje y deportes acuáticos
  • Música en vivo, DJ, shows nocturnos y ciclos culturales
  • Gastronomía casera (restaurante abierto todos los fines de semana con un menú completo entre 22 y 32 dólares)

Con el tiempo, también se fue construyendo una pequeña comunidad de habitués que lo frecuentan e incluso terminaron conociéndose entre sí. Es el caso de visitantes como Lorena, quien pasa todos los fin de año en el complejo con su familia, o Silvina, que lo elige para disfrutar con sus amigos los fines de semana.

Entre bosques y arroyos, los visitantes disfrutan de kayak, trekking y paseos por la isla.

Las tarifas incluyen opciones para distintos presupuestos: una habitación doble dentro del edificio del Convento San Francisco cuesta US$150 por noche, mientras que la habitación doble en su Posada Central (otro edificio dentro del predio) tiene un valor de US$100. Para quienes prefieren pasar solo la jornada, el pack full day Isla —que contempla almuerzo y actividades— se ofrece a US$45 por persona.

Dónde queda y cómo llegar

El complejo está sobre el arroyo Gallo Fiambre, a 200 metros del río Carapachay, dentro de una isla de más de 40 hectáreas.

Opciones para llegar desde Tigre:

1. Lanchas colectivas – El Jilguero

  • $5000 por persona, (ida y vuelta)
  • Pago con tarjeta SUBE
  • Estación Fluvial de Tigre (junto a McDonald’s)

2. Lanchas remis – Deltapaseos

  • $10.000 por persona (ida y vuelta)
  • Pago con efectivo o billeteras virtuales
  • Estación Fluvial de Tigre – Stand 2, Muelle 2
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