Por Anabel Perrone (*)
El desarrollo de infraestructura de GNL abre la posibilidad de que Argentina se integre en cadenas globales de suministro, en un contexto en el que la seguridad energética volvió a ocupar un lugar central en Europa y Asia.
El debate reciente en la industria apunta a un doble rol. Por un lado, garantizar energía accesible para la economía doméstica y dar previsibilidad a la industria local. Por otro, capturar la ventana de oportunidad exportadora que representa el gas argentino. El equilibrio entre abastecimiento interno y divisas externas es lo que puede transformar a Vaca Muerta en una plataforma de desarrollo de largo plazo.
El verdadero reto es combinar el desarrollo de Vaca Muerta con la construcción de una matriz más diversificada. Los ingresos que genere el shale pueden ser la llave para financiar innovación, infraestructura y proyectos de descarbonización, al mismo tiempo que permiten mantener tarifas competitivas para el mercado interno.
La exportación de gas y GNL es parte esencial de esta ecuación. Ningún proyecto de gran escala puede sostenerse sin:
La transformación tecnológica ya dejó de ser opcional. Desde tableros digitales en plantas hasta el uso de gemelos virtuales para simular operaciones, la industria argentina empieza a incorporar herramientas que hace poco parecían ciencia ficción. El próximo paso es más ambicioso y tiene que ver con integrar agentes de inteligencia artificial capaces de operar procesos de punta a punta, en upstream y downstream.
La IA plantea, sin embargo, un doble desafío. Por un lado, su alto consumo energético, que obliga a evaluar cuidadosamente el balance entre eficiencia y huella ambiental. Por otro, la demanda creciente de capital humano especializado. No alcanza con programadores o ingenieros de datos. La transición también necesitará electricistas, mecánicos e instaladores capacitados para mantener y operar equipos en entornos digitalizados. Referentes internacionales han insistido en este punto. La competitividad futura dependerá tanto de la adopción de nuevas tecnologías como de la formación en oficios y habilidades prácticas, que seguirán siendo insustituibles.
En un futuro cercano, la discusión sobre competitividad no girará únicamente en torno a cuánto petróleo o gas se produce, sino en torno a cómo se integran estas tecnologías y capacidades humanas para optimizar recursos y sostener la resiliencia del sistema.
Argentina tiene la posibilidad de convertir a Vaca Muerta en algo más que un yacimiento de escala mundial; en la plataforma de una transición energética ordenada. El camino incluye atender simultáneamente la seguridad de suministro interno, impulsar una agenda exportadora creíble y atraer financiamiento para proyectos de diversificación.
La innovación tecnológica, la adaptación al cambio climático y un marco regulatorio estable serán determinantes. Las señales que hoy da el sector -prioridad al abastecimiento interno, ambición exportadora y foco en eficiencia- van en esa dirección. La verdadera oportunidad no está solo en extraer más recursos, sino en usarlos como palanca para reposicionar la matriz energética y fortalecer la presencia de Argentina en los mercados internacionales.
(*) CEO y cofundadora de la consultora especializada en transición energética Because Energy Matters
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