Marcelo Ebrard, secretario de Economía, detalló los porcentajes en los aranceles, productos que buscan protegerse y sedes en donde se establecerán los polos de Marcelo Ebrard, secretario de Economía, detalló los porcentajes en los aranceles, productos que buscan protegerse y sedes en donde se establecerán los polos de

Los polos de desarrollo: entre la oportunidad histórica y el riesgo de fragmentación: reflexión a propósito del anuncio de Marcelo Ebrard

El anuncio de los nuevos polos de desarrollo realizado por el Secretario Marcelo Ebrard en la conferencia matutina del lunes 15 de diciembre constituye uno de los intentos más explícitos del Estado mexicano por reordenar territorialmente el crecimiento económico, en un contexto internacional marcado por el nearshoring, la fragmentación geopolítica y la relocalización de cadenas productivas. En términos estratégicos, la propuesta reconoce una verdad largamente documentada: el crecimiento en México ha sido espacialmente desigual, concentrado en el norte y el centro-occidente, mientras amplias regiones del sur y sureste han quedado rezagadas.

Desde esta perspectiva, los polos de desarrollo representan una oportunidad histórica para romper con la lógica pasiva de atracción de inversión —basada exclusivamente en bajos costos laborales— y avanzar hacia una política industrial con anclaje territorial, algo que México abandonó desde los años noventa. El planteamiento retoma, aunque con un lenguaje actualizado, la tradición de los polos de crecimiento: concentrar infraestructura, incentivos, logística, capital humano y capacidades tecnológicas en nodos específicos para detonar encadenamientos productivos regionales.

Sin embargo, el anuncio también abre interrogantes fundamentales. El primer riesgo es que los polos se conviertan en enclaves productivos desconectados de su entorno local. La experiencia latinoamericana muestra que, sin mecanismos explícitos de integración con proveedores nacionales, pymes regionales, universidades y centros tecnológicos, estos proyectos tienden a reproducir una economía dual: islas modernas rodeadas de territorios excluidos. El éxito del modelo dependerá menos del número de polos anunciados y más de la densidad de sus vínculos productivos.

Un segundo desafío clave es la coordinación institucional. Los polos no pueden operar como proyectos aislados de la política energética, educativa, urbana y laboral. Sin electricidad suficiente, agua, vivienda, transporte y fuerza de trabajo calificada, la promesa del nearshoring se diluye. En este sentido, el anuncio de Ebrard solo tendrá viabilidad si se articula con una planeación intersecretarial robusta, con gobiernos estatales y municipales dotados de capacidades reales de ejecución.

Asimismo, resulta central definir qué tipo de desarrollo se busca inducir. Si los polos se orientan exclusivamente a manufactura de ensamble, el impacto en productividad y salarios será limitado. En cambio, si se priorizan sectores intensivos en conocimiento —electromovilidad, semiconductores, dispositivos médicos, economía digital, transición energética— los polos podrían convertirse en plataformas de aprendizaje tecnológico y escalamiento productivo, algo indispensable para evitar que México quede atrapado en un nuevo ciclo de dependencia.

Los polos de desarrollo plantean un dilema político-económico de fondo: ¿serán un instrumento para corregir las fallas estructurales del mercado, o simplemente una herramienta para acelerar inversiones que de cualquier modo habrían llegado al país? La diferencia entre ambos escenarios radica en la calidad del diseño institucional, la condicionalidad de los incentivos y la capacidad del Estado para orientar —y no solo facilitar— el proceso de acumulación. Es necesario reconocer que los polos de desarrollo marcan un giro discursivo relevante hacia la recuperación del papel estratégico del Estado en el desarrollo regional. No obstante, su impacto real dependerá de que se conviertan en ecosistemas productivos integrados, y no en vitrinas de corto plazo. México no necesita solo más inversión, sino mejor inversión, territorialmente articulada, socialmente incluyente y tecnológicamente transformadora. Existen a nivel internacional casos exitosos que se pueden mencionar: en China las Zonas Económicas Especiales y clústeres regionales, como son los corredores logísticos de Yangtsé, especializado en electrónica, TIC, maquinaria, energía, apoyando los negocios con banca pública, compras gubernamentales, escalamiento tecnológico, encadenamientos locales. En este caso la premisa es que los polos deben evolucionar: de ensamble a innovación; condicionar incentivos a transferencia tecnológica. Otro caso exitoso es el de Corea del Sur con sus parques industriales regionales, en la industria automotriz, semiconductores, química, y una coordinación central-regional. En el caso europeo en Alemania que ha diseñado clústeres regionales, corredores productivos descentralizados. Se suma a este repertorio el caso de Vietnam el caso de los parques industriales orientados a la exportación, de productos electrónicos, textil y ensamble de aparatos electrónicos y el caso de Brasil, con sus polos industriales regionales y sus zonas industriales con incentivos fiscales, en la industria automotriz, aeronáutica y agroindustria. El nearshoring sin política industrial reproduce dependencia. El mensaje para el gobierno es que los polos exitosos no son solo “lugares con incentivos”, sino ecosistemas productivos con aprendizaje, integración local y dirección estratégica del Estado.

El anuncio de los polos debe leerse no como una política aislada, sino como una capa adicional de intervención sobre los corredores estructurales del país, muchos de los cuales se han identificado como ejes del México 2030. La clave no es cuántos polos se anuncian, sino dónde se insertan y cómo interactúan con los corredores existentes. En ausencia de esta visión sistémica, los polos corren el riesgo de convertirse en proyectos dispersos, dependientes del ciclo político. Bien diseñados, los polos pueden funcionar como nodos de densificación productiva dentro de corredores estratégicos. Todo esto ayudará a desarrollar instrumentos para reducir la fragilidad regional y plataformas para articular nearshoring con desarrollo tecnológico endógeno.

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