Roberto Vargas dejó su trabajo terapeuta de salud mental para dedicarse a recorrer el mundo en busca de rocas caídas del espacioRoberto Vargas dejó su trabajo terapeuta de salud mental para dedicarse a recorrer el mundo en busca de rocas caídas del espacio

El lucrativo negocio de los buscadores de meteoritos que ganan miles de dólares vendiéndolos

2025/12/17 19:40

“El dinero no cae del cielo”. Hoy en el mundo hay un pequeño, pero cada vez más creciente grupo de personas que ponen en entredicho esta expresión popular. Se trata de los buscadores de meteoritos, personas que recorren el planeta en busca de las piedras provenientes del espacio exterior. Además del evidente interés científico, en los últimos años se creó un lucrativo mercado alrededor de las rocas extraterrestres.

La disposición de coleccionistas privados a pagar cuantiosas sumas de dinero por un pedazo de material espacial está atrayendo a personas como Roberto Vargas, un estadounidense hijo de inmigrantes puertorriqueños, que en 2021 renunció a su trabajo para dedicarse a buscar meteoritos alrededor del globo. “En cuanto algo cae, es hora de ponerse en marcha”, declaró Vargas a The Documentary Podcast del Servicio Mundial de la BBC.

La curiosidad que le cambió la vida

La carrera de Vargas como buscador de meteoritos se inició por curiosidad. “Por alguna razón, pensé que una persona normal no podía poseer meteoritos, así que en cuanto tuve uno en mis manos, me emocioné muchísimo”, explicó. A partir de allí comenzó a coleccionarlos. Sin embargo, cuando en 2019 se enteró de que uno había caído en Costa Rica, decidió ir tras él. “No lo encontré, pero sí pude comprar bastantes”, relató.

Mientras el grueso de las personas se limita a contemplar al espectáculo producido por los meteoritos, un grupo de personas va detrás de ellos

Y acto seguido, decidió ponerlos a la venta para costear parte de su aventura y el resultado superó todas sus expectativas. “En ese primer viaje a Costa Rica, regresé un viernes y para el lunes ya había vendido meteoritos y había ganado más de US$40.000, así que fue una experiencia que me cambió la vida”, afirmó.

Un par de años después, Vargas renunció a su trabajo como terapeuta en el sector de la salud mental, donde ganaba entre US$50.000 y US$60.000 al año, para dedicarse en exclusivo a rastrear las rocas espaciales que terminan en la Tierra.

Haciendo un nuevo mercado

Pero la compleja labor de dar con trozos de rocas provenientes del espacio exterior no tendría sentido sin personas como Darryl Pitt, un fotógrafo musical convertido en comerciante de meteoritos. “Estaba en el Festival Folk de Newport y alguien me dijo ‘vayamos a un rock show’. No sabía que era literalmente un show de piedras, de gemas y minerales, yo pensaba que iba a ser algo musical”, declaró Pitt, a quien las piedras espaciales lo marcaron desde niño, cuando vio el cráter dejado por una de ellas que cayó en Arizona (EE.UU.) hace miles de años.

“Fuimos al evento y había un tipo vendiendo un trozo de meteorito del cráter de Arizona, el mismo lugar al que fui de niño. Lo compré y así empezó todo”, relató. “Quería compartir mi fascinación con el mundo, pero también quería ganar dinero. Y me di cuenta de que lo importante era introducirlos en el mundo de las subastas”, agregó. Y en la década de 1990 organizó la primera subasta de meteoritos. Desde entonces los precios no hicieron más que subir, en buena medida porque ha crecido el número de quienes buscan coleccionarlos.

Vargas comenzó como coleccionista y se convirtió en un buscador de meteoritos, luego de descubrir que había personas dispuestas a pagar miles de dólares por una roca espacial

¿Por qué el interés en estos trozos de rocas? ¿Y cómo se fija su valor? Antes de responder a estas preguntas valdría la pena aclarar qué es lo que se está vendiendo. “Un meteorito es una roca que aterrizó en la superficie terrestre”, explicó a la BBC la profesora Sarah Russell, quien trabaja en el Museo de Ciencias Naturales de Londres.

La experta recordó que antes, mientras esas rocas cruzan la atmósfera como “brillantes bólidos”, son “meteoros”. “Un meteorito (…) puede provenir de cualquier lugar. Creemos que la mayoría provienen de asteroides, pero algunos provienen de la Luna, algunos de Marte y otros tienen un origen que desconocemos, pero todos son rocas del espacio”, apuntó la experta.

Factores como el tamaño de la roca, si es una pieza completa, si chocó con un objeto artificial, la rareza de su composición, su clasificación y su procedencia influyen a la hora de fijar su valor. “Se puede adquirir un meteorito por tan solo 20 o 30 centavos el gramo”, afirmó Pitt, quien, sin embargo, advirtió que hay muchas falsificaciones en sitios como eBay.

No obstante, por piezas inusuales se pueden pagar millones de dólares. Este fue el caso de un meteorito marciano, de 24 kilos de peso, que fue vendido por US$4,3 millones por la casa de subastas Sotheby’s de Nueva York en julio pasado. Pero, ¿cómo se puede distinguir un meteorito de una roca ordinaria? “Cuando un meteorito atraviesa la atmósfera, su exterior se derrite y forma una fina corteza milimétrica llamada corteza de fusión, que es muy única”, explicó Russell. Además de señalar que también pueden ser más pesados que una roca terrestre, la experta dijo que se necesita someterlos a pruebas para determinar su composición química. Hay tres tipos de meteoritos: de piedra, de hierro o una mezcla de ambos, precisó Russell.

En los últimos años, el número de personas que no se conforman con admirar un meteorito en un museo, sino que quieren poseerlo, no ha hecho más que aumentar

Un comercio cuestionado

El caso del meteorito vendido en Nueva York generó un debate en relación con este tipo de operaciones. La roca fue encontrada en Níger en noviembre de 2023 por un buscador anónimo. Y una vez que se conoció su venta, las autoridades del país africano y académicos expresaron dudas sobre la legalidad de la operación.

“Debemos esperar las instrucciones dadas a los diferentes ministerios para esclarecer este asunto y saber cómo salió el meteorito, quién lo retiró y si su extracción fue autorizada. ¿Quién emitió la autorización? Solo cuando tengamos todos estos detalles podremos emitir un juicio”, expresó el profesor Idi Umuru Amadou, director del Departamento de Arqueología de la Universidad Abdu Mouni, a la BBC.

Níger no cuenta con una legislación sobre los objetos extraterrestres, pero sí tiene normas sobre minerales y bienes patrimoniales. “Normalmente, objetos como ese, bienes culturales que salen del país, deben ir acompañados de una autorización administrativa, según el ámbito al que pertenezcan. Hay que solicitarla y, una vez concedida, el objeto puede salir legalmente del país. De no ser así, se trata de robo o saqueo”, alertó el especialista.

La subasta del meteorito marciano de Níger y su posterior controversia pusieron de relieve la comercialización de rocas espaciales y la cuestión de quién las posee cuando caen a la Tierra. Las regulaciones varían enormemente de un país a otro, admitió la profesora Russell. “Por ejemplo, en Australia no se permite la exportación de meteoritos y existen leyes y políticas muy estrictas, mientras que en el Reino Unido no existen leyes específicas”, explicó.

Los científicos aseguran que los meteoritos pueden ayudarnos a comprender no solo nuestro origen, sino lo que nos rodea en el espacio exterior

Las otras buscadoras

Pero no solamente hay buscadores que se dedican a localizar meteoritos para venderlos a coleccionistas y así ganar dinero, sino que también hay unos que buscan asegurarse de que estos objetos terminen en instituciones científicas. Uno de esos grupos está en América Latina y está conformado por mujeres. Se trata de las “Azmeteóricas”, una organización conformada por científicas brasileñas que no dudan en trasladarse a desiertos, ciudades o selvas cuando tienen información de un impacto. “Dejamos lo que estamos haciendo y nos ponemos a buscar este nuevo meteorito. Porque ser las primeras marca la diferencia”, dijo la meteoróloga Amanda Tosi, una de las “Azmeteóricas” a la BBC.

La experta no condena la comercialización de las rocas espaciales, pero sí aboga por su regulación. “No queremos prohibir la compraventa, porque cuando hay comercio en torno a los meteoritos, se estimula a la gente a buscarlos, y estas personas encuentran meteoritos importantes”, razonó. “Si se prohíbe, tendremos menos para estudiar. Pero necesitamos un equilibrio para proteger el meteorito como patrimonio cultural y científico para asegurar que tengamos suficientes muestras para estudiar. Por eso, necesitamos una ley”, agregó.

Sin embargo, las normas no siempre son suficientes. Un ejemplo de ello es la Argentina que, pese a contar con una legislación sobre el tema, vio en los últimos años cómo su vasto patrimonio de meteoritos fue blanco de los contrabandistas. En el país suramericano se encuentra Campo del Cielo, uno de los campos de meteoritos más grandes del mundo situado a unos 1000 kilómetros al noroeste de Buenos Aires.

En julio, un meteorito marciano descubierto en Níger fue subastado por más de US$4 millones en Nueva York

Russell se pronunció en similares términos. “Cuando se encuentran muestras realmente únicas, estas pueden potencialmente abrirnos una puerta a una parte de nuestro sistema solar que no habíamos podido explorar antes. Y si no tenemos la oportunidad de obtener esa roca, no podremos aprender tanto sobre el espacio que nos rodea, lo que repercutirá en la planificación de futuras misiones espaciales, por ejemplo, y en la industria espacial en general”, explicó.

El número de coleccionistas de meteoritos no ha parado de crecer en los últimos años, lo cual complica las posibilidades de que los científicos se puedan hacer con las rocas espaciales

“Dado el gran interés en los meteoritos, también en el sector privado los precios se disparan y, a veces, se vuelve más difícil para los museos y otras instituciones científicas conseguirlos, especialmente los más preciados”, agregó. Por su parte, Vargas defendió su labor y negó ser un pirata. “Sí, tenemos motivación económica, pero también científica. Queremos que estas rocas estén en manos de científicos, y que sean protegidas, cuidadas y estudiadas”, afirmó.

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