La red de Bitcoin acaba de establecer otro récord, pero no son los mineros quienes están celebrando. La dificultad de producir nuevos bloques ha alcanzado niveles sin precedentes, una señal de que enormes cantidades de poder computacional están inundando el sistema.
Junto a esto, la tasa del hash ha superado la marca de un billón, subrayando la intensidad de la competencia.
Para las operaciones de minería tradicionales, tanto públicas como privadas, este aumento ya no se trata solo de instalar equipos más rápidos. Sus rivales más difíciles cada vez no son otras corporaciones, sino gobiernos y proveedores de energía con ventajas únicas.
Los gobiernos convierten el excedente de energía en Bitcoin
Varios países han comenzado a experimentar con operaciones de minería respaldadas por el estado. Pakistán reveló planes para dedicar 2.000 megavatios de electricidad no utilizada hacia Bitcoin a principios de este año, mientras que Bután y El Salvador ya han estado explorando iniciativas similares. Estos proyectos permiten a los gobiernos monetizar el excedente o la energía renovable sin preocuparse por los altos costos que suelen hundir a los mineros más pequeños.
Las utilidades de Texas redefinen el juego
En EE.UU., el epicentro de la innovación es Texas. Las utilidades locales están integrando la minería de Bitcoin en la red eléctrica del estado en asociación con ERCOT, el operador de la red. Cuando la demanda de electricidad es baja, las máquinas de minar consumen el exceso, y cuando la demanda aumenta, los equipos se apagan instantáneamente para liberar suministro. Esta estrategia mantiene la red estable y transforma la energía desperdiciada en nuevas fuentes de ingresos.
Para las utilidades, esto es una cobertura perfecta: no enfrentan ninguna de las facturas de energía que cargan a las empresas de minería, pero cosechan las ventajas. Ese borde estructural inclina el campo de juego aún más lejos de las empresas que dependen de energía con precio de mercado.
Crecen las preocupaciones por la centralización
La consecuencia es un sector minero que parece cada vez más consolidado. Los actores más pequeños, ya presionados por el costo del hardware de alto rendimiento, están siendo superados por entidades con energía efectivamente gratuita. Incluso los mineros grandes que cotizan en bolsa se encuentran luchando para mantener el ritmo con los recursos que los gobiernos y proveedores de infraestructura pueden desplegar.
La ventaja para Bitcoin es clara: la seguridad nunca ha sido más fuerte. Pero la pregunta que se cierne sobre la industria es si la descentralización —uno de los principios fundamentales de Bitcoin— puede sobrevivir a esta nueva fase de minería a escala industrial.
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