Donald Trump junto a los secretarios de Estado, Marco Rubio, y Defensa, Pete Hegseth, en una cumbre de la OTAN (Archivo)Donald Trump junto a los secretarios de Estado, Marco Rubio, y Defensa, Pete Hegseth, en una cumbre de la OTAN (Archivo)

Europa confirma el quiebre de su vínculo con Trump tras su demoledora estrategia de seguridad

2025/12/07 04:26

PARÍS.– No es un desacople, es un divorcio controvertido, acompañado de intervencionismo, lo que anunció el viernes el gobierno de Estados Unidos en su documento titulado Estrategia de Seguridad Nacional, en el cual anticipa el “eclipse civilizacional” de Europa. Un texto que causó indignación en el continente por la violencia de sus declaraciones.

El documento resume las intenciones de Estados Unidos en el mundo: una doctrina Monroe –que data de 1823 y lleva el nombre del presidente que la promulgó, James Monroe– modificada por un “corolario Trump” que busca “restaurar la supremacía estadounidense” en América Latina, como ya muestra la guerra contra el narcotráfico y la ofensiva lanzada contra Venezuela; un “ajuste” de la presencia militar estadounidense en el mundo y construir nuevas alianzas en el Indo-Pacífico para contrarrestar a China.

El texto –que comienza con un repaso histórico que subraya los errores de las “élites” sobre la globalización, el comercio o las instituciones internacionales– es rápidamente enmendado por las “necesarias y bienvenidas correcciones del presidente Trump”.

El documento de seguridad presenta a Donald Trump como un promotor de la paz

El republicano señala así que “nada de esto era inevitable” y que “la primera administración Trump demostró que con un buen liderazgo y tomando las decisiones correctas, todo lo mencionado podría haberse evitado”.

Donald Trump, descrito como un gran promotor de la paz gracias a su “diplomacia no convencional”, promete luego y una vez más “una América más segura, más rica, más libre, más grande y más poderosa que nunca”. Todo ello en una “república soberana donde el gobierno garantiza los derechos naturales de los ciudadanos otorgados por Dios”.

Si África y Medio Oriente solo tienen pequeños segmentos en este documento, Europa es ampliamente mencionada. Y si bien ningún europeo democrático se engañaba con respecto al ocaso de los lazos privilegiados que unieron a Estados Unidos y el Viejo Continente durante casi 80 años, la violencia de las declaraciones contenidas en ese texto provocaron verdadero estupor.

La administración Trump afirma que, no solo Europa está en “declive económico”, sino que también corre el riesgo, sobre todo, de un “eclipse civilizacional”.

En la mira están “las actividades de la Unión Europea y otros organismos transnacionales que atentan contra la libertad política y la soberanía, las políticas migratorias que transforman el continente y generan conflictos, la censura de la libertad de expresión y la represión de la oposición política, el colapso de las tasas de natalidad y la pérdida de las identidades nacionales y la confianza en sí mismos”.

Donald Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hablan de comercio en Turnberry, Escocia (Archivo)

El apoyo de Francia a Ucrania es criticado de manera implícita en el texto, al igual que la situación política del país, considerada inestable. Sin embargo, la Casa Blanca ve la luz al final del túnel y “anima a sus aliados políticos en Europa a promover un renacimiento del espíritu”.

“Partidos patrióticos”

“La creciente influencia de los partidos patrióticos europeos es, de hecho, un motivo de gran optimismo”, afirma el documento. Esto impulsa a los partidos de extrema derecha alemana (AfD), española (Vox) o italiana (Fratelli d’Italia), que no han ocultado su cercanía con el movimiento MAGA.

Pero también impulsa a la extrema derecha francesa, que ya en febrero felicitó el discurso de JD Vance en Múnich cuando, apenas 15 días después de la investidura de Donald Trump, el vicepresidente estadounidense dio una lección de democracia a Europa, estimando que “la libertad de expresión está en retroceso” en el continente y que la “inmigración masiva” era la mayor amenaza.

Apoyándose en los grandes fantasmas que predica la extrema derecha europea, como la teoría racista del “gran remplazo”, la Estrategia de Seguridad Nacional se atreve, inclusive, a afirmar que “a largo plazo, es más que plausible que dentro de unas décadas algunos miembros de la OTAN se vuelvan mayoritariamente no europeos”.

Un militar patrulla las inmediaciones de la sede de una cumbre de la OTAN, en La Haya (Archivo)

La parte europea del documento termina con las políticas esenciales a implementar para que Europa se mantenga en el camino correcto, tal como lo imagina Washington. Entre ellas: “cultivar la resistencia frente a la trayectoria actual de Europa dentro de las naciones europeas”, “animar a Europa a tomar medidas para luchar contra la sobrecapacidad mercantilista, el robo de tecnologías, el ciberespionaje y otras prácticas económicas hostiles”. O también “poner fin a la percepción de la OTAN como una alianza en perpetua expansión”.

Todo esto en plena guerra en Ucrania y mientras Kiev busca a toda costa incorporarse a esa organización atlántica.

Según el documento, “una amplia mayoría” de la opinión europea quiere la paz, pero es “la subversión de los procesos democráticos” lo que lo impide. Tales argumentos podrían justificar la imposición a Ucrania y a Europa de un plan de paz negociado directamente entre Washington y Moscú, como el de 28 puntos que se reveló a finales de noviembre.

Este panorama sombrío pintado por Estados Unidos ha provocado, sin sorpresa, un fuerte rechazo en Europa. “Ese documento es inaceptable y peligroso. La administración Trump no tiene por qué entrometerse en nuestras políticas internas”, criticó la eurodiputada y presidenta del grupo centrista Renew Europe en el Parlamento Europeo, Valérie Hayer.

El canciller alemán, Friedrich Merz, en la reciente cumbre del G20 en Sudáfrica (Archivo)

Alemania reaccionó de inmediato a través de su ministro de Relaciones Exteriores, Johann Wadephul: “Berlín no necesita consejos externos sobre la libertad de expresión o la organización de sociedades libres”, afirmó.

La nueva estrategia de seguridad asume abiertamente la injerencia en la vida política europea: “‘Cultivar la resistencia a la trayectoria actual de Europa’ es la doctrina Vance llevada a su máxima expresión: moldear nuestras políticas internas en beneficio de Washington. Más que nunca es esencial para Europa cultivar su autonomía, defender sus decisiones soberanas y no dejar que nadie decida en su lugar”, afirmó Elizabeth Sheppard Sellam, especialista franco-estadounidense de Relaciones Internacionales.

Medios de soberanía

“¡Documento digno de lectura! Para aquellos que aún no han entendido que los dirigentes de Estados Unidos son los enemigos de los europeos y lo seguirán siendo mientras Trump y sus secuaces controlen la Casa Blanca y el complejo militar-industrial: dotarse de medios de soberanía es una cuestión de supervivencia para las naciones de Europa. Y para aquellos que, en otros lugares tampoco quieren depender de los caprichos de dirigentes obsesionados únicamente con hacer negocios, incluso pasando por encima de los cadáveres de sus antiguos aliados. Y hasta que los estadounidenses recuperen el coraje para deshacerse de esta pesadilla y volver a ser la nación que se amaba y respetaba”, escribió en X el pensador Jacques Attali.

El intelectual francés Jacques Attali cuestionó al gobierno de EE.UU.

“Creer que Europa es una potencia menor es falso: tenemos más tanques, más artillería, más fragatas y más aviones que Estados Unidos. El verdadero problema europeo no es la capacidad militar, sino la creencia de que no se puede hacer nada sin los estadounidenses”, aseguró el general Michel Yakovleff, ex subjefe de Estado Mayor del Shape (OTAN).

Las cifras brutas (número de tanques, aviones, fragatas) dan, en efecto, la razón a Yakovleff: Europa dispone de un potencial militar importante. La realidad operativa es más matizada: falta de estandarización, cadenas logísticas frágiles y, sobre todo, ausencia de mando unificado y cultura estratégica común.

También tiene razón al señalar que Europa sufre de falta de coordinación y voluntad política. Los gastos en defensa aumentan (2,04 % del PBI combinado en 2025), pero siguen siendo inferiores a los de Estados Unidos (alrededor del 3,5 % del PBI).

Tanques Leopard 2 durante un ejercicio en Swietoszow, Polonia (Archivo)

La fragmentación de las industrias de defensa y las divergencias estratégicas –especialmente entre Alemania y otros países– frenan la eficacia operativa. Por fin, la dependencia percibida hacia Estados Unidos es real: el 69 % de los europeos duda de la capacidad de su país para defenderse solo frente a Rusia, y solo el 44 % de los franceses –único país nuclear de la UE– se siente confiado.

Tras la Estrategia de Seguridad Nacional, Washington debe publicar próximamente su Revisión Mundial de Fuerzas. Este documento muy esperado en Europa debe precisar qué contingente militar quieren conservar los estadounidenses en el Viejo Continente. Ya se ha suprimido una brigada móvil estacionada en Rumania, y Alemania teme perder parte del contingente norteamericano.

Preocupada por preservar su relación privilegiada con Donald Trump, la premier italiana Giorgia Meloni, desdramatizó el menaje del documento: “No veo que se resquebrajen las relaciones con Estados Unidos. Europa en un cierto momento debe entender que si quiere ser grande, debe ser capaz de defenderse sola, y no puede depender de los demás. Lo digo desde mucho antes de que me lo señalaran los Estados Unidos de América”, declaró.

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Excelsior2025/12/07 04:11