Por qué los impuestos son el verdadero “Enemigo” de los vinos argentinos, según Alejandro Vigil

Alejandro Vigil, el enólogo que recibió el apodo del “Messi del vino”, tiene claro cuál es el verdadero enemigo de la vitivinicultura argentina: los impuestos. En una entrevista exclusiva con Bloomberg Línea, cofundador de la bodega El Enemigo y director de enología de Catena Zapata relativizó el impacto de una eventual reforma laboral y puso el foco en la presión tributaria que, según sus cálculos, deja a Argentina un 20% por encima de Chile en costos fiscales.

“Estoy un poquito más incentivado a ver si me arman el proyecto impositivo. Ese sí quiero verlo y que me dé un poco más de felicidad”, dijo Vigil cuando se le consultó sobre las reformas que se prepara presentar esta semana el gobierno de Javier Milei. Mientras tanto, pidió “mucho cuidado” con los cambios en las condiciones de los trabajadores de campo y bodega.

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Para Vigil, hay tres pilares de competitividad en los que debe trabajar la Argentina: “El punto más importante para hoy competir es bajar los impuestos y tener un dólar adecuado”, sintetizó. La brecha con Chile ilustra la situación: según un informe del Observatorio Vitivinícola Argentino (OVA) de 2024, Argentina enfrentaba costos logísticos un 77% superiores para llegar al mercado estadounidense, una asimetría que se suma a la ausencia de tratados de libre comercio.

“Nosotros estamos 20% arriba en impuestos y después tenemos impuestos provinciales que son muy elevados porque se hacen sobre la facturación bruta”, contrastó Vigil con el principal competidor regional de Argentina.

En gastronomía —donde opera restaurantes como Casa Vigil en Mendoza y Miami y el recientemente inaugurado Chipirón en la provincia andina— el impuesto provincial sobre ingresos brutos representa el 50% de la rentabilidad del negocio. “Es el 3,5% de la facturación, pero cuando lo medís contra el margen, es la mitad de lo que ganás”, explicó el empresario, quien hoy emplea a 600 personas entre sus distintos emprendimientos.

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La desregulación del vino de Sturzenegger

Días atrás, las principales cámaras vitivinícolas —Acovi, UVA, la Asociación de Viñateros de Mendoza y la Cámara Riojana de Productores Agropecuarios— presentaron un amparo judicial para frenar la resolución 37/2025 del INV que derogó 973 normas por impulso del ministerio de Federico Sturzenegger. El reclamo apunta a restituir la obligatoriedad del Certificado de Ingreso de Uvas (CIU) y la Declaración Jurada CEC 05, que pasaron a ser optativos.

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Vigil, sin embargo, se desmarcó de esa posición. “Todas las posibilidades que nos den de competir libremente, como tiene cualquier otro país, nos van a ayudar”, sostuvo. Sobre la trazabilidad que las cámaras defienden, el empresario propuso un enfoque distinto.

“No es que no se va a hacer la trazabilidad ... va a ser optativa, y eso ya va a depender de cada empresa; y por otro lado se puede utilizar a modo de competencia, el hacerlo o no”, dijo, al tiempo que enfatizó que no ve “un aumento de costo de seguir haciéndolo ... porque ya existe un sistema, y es casi todo automático. Lo que tenemos que nosotros ver es el bosque y no el árbo”.

El sistema argentino permite saber exactamente de qué viñedo y cuartel proviene cada botella, algo que no existe en ningún otro país productor. “Eso se llama Certificado de Identidad Único del Viñedo. Y eso es algo que más que una regulación es una ventaja”, argumentó Vigil, quien también preside Wines of Argentina. Su visión: que la trazabilidad sea voluntaria pero funcione como diferencial competitivo frente a Chile o Australia.

Vigil enumeró otras trabas regulatorias que ponen a Argentina en desventaja. Mientras en Estados Unidos un vino varietal requiere 75% de la cepa declarada, en Argentina el piso es 85%. Mientras otros países permiten correcciones técnicas en años extremos —agregado de agua en cosechas calientes o azúcar en años lluviosos—, la ley argentina lo prohíbe. “Siempre hay una situación que no nos permite competir adecuadamente”, resumió.

La industria del tinto, con rojos interanuales

Según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), las exportaciones de vino argentino acumularon entre enero y octubre de 2025 una caída del 6,8% en volumen y del 7,5% en valor FOB, con ingresos por US$556 millones. El mercado interno tampoco ofrece refugio por el momento: las ventas cayeron 2,5% en el acumulado a septiembre, continuando una tendencia que llevó el consumo de 8,3 millones de hectolitros en 2021 a 7,6 millones en 2024.

“Para la actividad en general ha sido un año muy malo. Vamos a terminar con una caída en mercado interno, una caída en exportación de un dígito, yo calculo que va a estar en torno al 4%”, proyectó Vigil. El turismo, que supo ser la segunda actividad económica de Mendoza después del petróleo, tampoco escapa a las adversidades: el empresario estima una contracción del 30% para el sector este año.

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¿Los centennials toman vino?

Sin embargo, Vigil relativizó la amenaza que representan los cambios de hábito entre los más jóvenes. “Hay bastantes estudios circulando que desmienten la situación del centennial. Lo que dicen es que el centennial sí tiene un uso mucho más medido del alcohol, y me parece que es muy bueno”, analizó. Para el enólogo, ese cambio cultural favorece al vino: “El vino no es alcohol propiamente dicho. Es una cultura, es un trabajo de años y no es una bebida blanca que tiene un alto porcentaje de alcohol”.

La industria ya trabaja en adaptarse. “Estamos trabajando casi todas las bodegas con productos sin alcohol, provenientes de uva”, reveló Vigil, quien comparó la situación con lo que le pasó a Kodak frente a los smartphones: “Lo peor que nos podría haber pasado es como en su momento hicieron con las cámaras de foto ... y desaparecieron. El mundo del vino lo ha tomado seriamente”.

El Enemigo factura US$18 millones en 2025 y resiste

El Enemigo navega en aguas relativamente calmas pese a la tormenta sectorial. La bodega que Vigil cofundó con Adrianna Catena cerrará 2025 con una facturación cercana a los US$18 millones, una caída del 8% respecto al año anterior que el empresario relativiza. “En estos volúmenes es un pedido y medio que no entró o que va a entrar en desfasaje”, explicó, mientras destacó que el bottom line apenas retrocedió entre 2% y 3%.

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Por otro lado, mientras las exportaciones de la bodega crecieron 8%, el mercado interno cerró prácticamente sin cambios. Vigil apunta a mantener un equilibrio 50-50 entre ambos destinos, una rareza en una industria donde el promedio es 80% mercado interno y 20% exportación.

Estados Unidos sigue siendo el mercado que más compra los vinos de Vigil, “por lejos”, seguido por Reino Unido, Brasil, Perú y Dinamarca. El Enemigo proyecta un crecimiento a 10 años del 12% anual, aunque las limitaciones de materia prima —uvas de parcelas específicas que no pueden ampliarse— ponen un techo natural a la expansión.

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Expansión con foco local

Mientras la industria se contrae, Vigil redobla su apuesta por Argentina. Estancia Vigil en Cardales, a 60 kilómetros de Buenos Aires, abrió su restaurante principal hace un mes, con foco en el segmento corporativo, además del turismo nacional e internacional. “Es llevar un pedacito de Mendoza a las cercanías de Buenos Aires”, definió sobre el proyecto que incluye bodega, viñedos y mercado de productos.

En paralelo, Vigil abrió un restaurante de mar llamado Chipirón en Mendoza, trabaja en proyectos con aeropuertos y prepara un desarrollo para eventos masivos en Agrelo. “No estoy muy convencido de salir de Argentina”, confesó cuando se le preguntó por rumores de aperturas en Brasil, Nueva York o Ciudad de México. “Me parece fundamental que sigamos apostando acá”.

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“Lo estoy pensando para Brasil, Paraguay, lo estoy pensando”, afirmó.

Para 2026, Vigil se declara “muy positivo” pese a la incertidumbre. “Todo va a depender de la situación en que nosotros podamos salir a competir”, resumió el empresario.