México se anotó ayer un primer triunfo en el Mundial 2026. Sin duda que la producción ayudó, pero la imagen del país que transmitieron nuestros personajes fue de excelencia.
Desapareció esa ansiedad de otras muchas ocasiones, asociada a quienes parecen necesitados de probar que crecieron y se merecían la invitación a una fiesta que, según cifras preliminares, pudo haber sido seguida por más de 200 millones de espectadores, sin contar las reproducciones fragmentadas en las redes sociales. Del pre al post, cada uno de los mexicanos cumplió una actuación sobresaliente.
La presidenta Sheinbaum y Salma Hayek, Hugo Sánchez y el Vasco Aguirre, Clara Brugada y Adrián de la Garza, Gabriela Cuevas y Mikel Arriola. Pulcros, serenos, seguros, inteligentes, sonrientes. Ninguno desafinó en lo que prefiguraba ser el baile de Trump, pero, creo, terminó siendo la mejor exposición internacional de la marca “México” en un largo tiempo —quizá de todos los tiempos— en una gala de tales dimensiones planetarias.
Seguí la ceremonia del sorteo en la televisión pública española y cada comentario sobre nuestro país fue respetuoso, elogioso, cariñoso. Quiero suponer que así habrá sido en las pantallas de otros lugares. Qué alegría, pues, qué orgullo ser mexicano en una tarde y un evento así.
Ojalá los protagonistas mantengan el tono, el estilo. Esa disposición apacible, esa calidad que a nadie le viene mal.

