El 14 de noviembre, Clara Brugada, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, estableció el decreto mediante el cual se “declara la práctica cultural del danzón como patrimonio inmaterial de la Ciudad de México”.
Más allá de las argumentaciones legales al respecto resulta inaudito que se haga un decreto para fomentar un fenómeno que ha sobrevivido y vive en plenitud y que una vez más quedará reducido a la capital.
Invitados a la gran celebración, la orquesta de Ethiel Faílde, Acerina y su Danzonera y la Danzonera la Playa. Entusiastas de todos lados salieron a bailar. Pero es extraño el intento por normatizar lo que por sí mismo funciona, se genera autogestivamente y se vive como un bien propio.
Pareciera una medida tomada desde un pueril entusiasmo y no desde un diagnóstico puntual. Porque para sorpresa de la señora Brugada, todo el país es territorio danzonero. Mucho se debe a la fuerza de grandes bailarines que lo han llevado a la excelencia. Y no sólo en México, sino en toda Latinoamérica. Incluso en México se han hecho grandes encuentros internacionales de danzón.
Otro error fue no convocar a los grandes maestros para que de alguna forma darles la voz y voto que merecen, en particular a los vercaruzanos que han creado un Centro Nacional de Investigación y Difusión del Danzón, que preside Miguel Ángel Zamudio.
Si Brugada hubiese leído a José Antonio Mac Gregor entendería que es incorrecto considerar el danzón con partituras, videos, films y concursos de investigación, como patrimonio inmaterial y a sus participantes profesionales “bailadores”. Ya quisieran miles bailar como los grandes campeones. La disciplina y rigor son una carrera profesional de tiempo completo y eso se decide en la pista.
Más ruido todavía trajo el trasnochado discurso de Ethiel Faílde, cubano descendiente del creador del primer danzonero de la historia, y quien afirma que en México si bien hay una gran comunidad que baila el danzón, en muchos casos lo ejecuta “con excesos”
Hace tiempo, en entrevista, Ethiel me habló de que el danzón musical se ha vuelto jazzístico y se baila como Casino en Cuba.
En México, al contrario, ha sido la danza la que ha evolucionado en un danzón brillante y bellísimo que se baila de forma ortodoxa.
Sin dudarlo, afirmo que los danzoneros en México rebasan la población de Cuba.
Sin frontera
