De mi madre heredé el amor por el cine. Ahora que Netflix anunció la adquisición de Warner Bros. Discovery, una vez más ha surgido el debate si el cine, como lo conocemos, sobrevivirá. Es una vieja discusión. Ya antes se había pronosticado que el cine moriría cuando, por ejemplo, apareció la televisión o, después, con la tecnología de los videocasetes, que permitía ver películas en casa. No sucedió. La exhibición de filmes en teatros continuó. Lo que han cambiado son los teatros. Cuando yo era chico, había grandes cines que albergaban a cientos y hasta miles de personas. Después vinieron los complejos de varios miniauditorios. Ahora hay unos muy sofisticados con asientos que se reclinan y hasta se convierten en camas con servicio de meseros que sirven comida y bebidas alcohólicas. Son variaciones del mismo tema porque, al final del día, lo que prevalece es el gusto de asistir a un auditorio que se oscurece por completo y donde se proyecta una película en una pantalla gigante. Eso es lo que está en peligro, o eso se dice, con la fusión entre Netflix y Warner Bros. La primera es la más exitosa y popular plataforma mundial de streaming de contenidos de entretenimiento: series de televisión, películas y juegos. La segunda es una corporación que incluye uno de los estudios cinematográficos más viejos y exitosos de la historia, una productora y distribuidora de programas televisivos y de videojuegos, la plataforma de streaming HBO Max y varios canales de televisión de cable que incluyen a CNN, Food Network, Travel Channel, Animal Planet, TNT y Cartoon Network. La historia del cine mundial no se entiende sin Warner Brothers, que ha producido decenas de películas icónicas. Clásicos como Casablanca (1942), Rebelde sin causa (1955), Naranja mecánica (1971), El exorcista (1973), El resplandor (1980), Blade Runner (1982), Goodfellas (1990), Unforgiven (1992) o The Matrix (1999). Franquicias como las de Batman, Harry Potter o El señor de los anillos. Este año, el estudio produjo películas que tuvieron un desempeño excepcional en la taquilla superando los cuatro mil millones de dólares de ingresos globales. Éxitos como Minecraft: la película, Fórmula 1, Superman o El conjuro: últimos ritos. El problema económico de Warner, lo que le llevó a vender todo el negocio, no fue el estudio, sino los canales de cable que le hacían perder mucho dinero. Para Netflix tiene todo el sentido del mundo comprar Warner porque, por un lado, adquiere a uno de sus competidores principales en el negocio de streaming (HBO Max) y, por el otro, se queda con uno de los acervos de películas y programas de televisión más valiosos de la historia. Pero regreso al tema del cine. Es conocido que a Netflix no le gusta el modelo de producir películas para exhibirlas en el cine. Es lógico. Se trata de un negocio muy arriesgado. Cada vez cuesta más dinero producir una buena película. Para que se conviertan en un éxito instantáneo de taquilla, se requiere una inversión enorme de gasto de mercadotecnia (sólo 50 millones de dólares para el mercado estadunidense). Y no existen modelos que pronostiquen si un filme efectivamente tendrá éxito o no en la taquilla. Desde la primera semana de exhibición puede convertirse en un fracaso dejando pérdidas multimillonarias. El negocio de un estudio es sacar un número determinado de películas al año. Pierden en muchas de ellas. Lo que esperan es que algunas sí peguen, unas con tubo, y así hagan dinero para acabar ganando en las utilidades anuales. Es, en suma, un negocio con mucha incertidumbre. A Netflix le incomoda este modelo. Lo suyo es vender suscripciones y asegurar que la gente no cancele proveyendo contenido entretenido. Las películas que ha producido Netflix han estado pocas semanas, a veces días, exhibiéndose en cines sólo para poder concursar en los premios Oscar. Las retiran rápidamente para llevarlas a su plataforma. Si Netflix se queda con Warner Bros. se corre el riesgo de que este estudio deje de distribuir sus películas a los cines produciendo un hueco importante en la oferta cinematográfica. Además, los otros estudios, que también tiene su servicio de streaming, podrían seguir su ejemplo, de tal suerte que, ahora sí, acabe desapareciendo el cine como lo conocemos, es decir, en la pantalla grande. El otro tirador por Warner Bros. es Paramount, también un estudio histórico, que ha lanzado una oferta hostil para bloquear la compra por parte de Netflix. Esa alternativa acarrearía otros problemas, entre ellos la intervención del presidente Trump y su familia. Pase lo que pase, la venta de Warner Bros. cambiará a la industria del entretenimiento que, de por sí, está pasando por un momento crítico debido a la llegada de la inteligencia artificial.   X: @leozuckermann   Columnista: Leo ZuckermannImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0De mi madre heredé el amor por el cine. Ahora que Netflix anunció la adquisición de Warner Bros. Discovery, una vez más ha surgido el debate si el cine, como lo conocemos, sobrevivirá. Es una vieja discusión. Ya antes se había pronosticado que el cine moriría cuando, por ejemplo, apareció la televisión o, después, con la tecnología de los videocasetes, que permitía ver películas en casa. No sucedió. La exhibición de filmes en teatros continuó. Lo que han cambiado son los teatros. Cuando yo era chico, había grandes cines que albergaban a cientos y hasta miles de personas. Después vinieron los complejos de varios miniauditorios. Ahora hay unos muy sofisticados con asientos que se reclinan y hasta se convierten en camas con servicio de meseros que sirven comida y bebidas alcohólicas. Son variaciones del mismo tema porque, al final del día, lo que prevalece es el gusto de asistir a un auditorio que se oscurece por completo y donde se proyecta una película en una pantalla gigante. Eso es lo que está en peligro, o eso se dice, con la fusión entre Netflix y Warner Bros. La primera es la más exitosa y popular plataforma mundial de streaming de contenidos de entretenimiento: series de televisión, películas y juegos. La segunda es una corporación que incluye uno de los estudios cinematográficos más viejos y exitosos de la historia, una productora y distribuidora de programas televisivos y de videojuegos, la plataforma de streaming HBO Max y varios canales de televisión de cable que incluyen a CNN, Food Network, Travel Channel, Animal Planet, TNT y Cartoon Network. La historia del cine mundial no se entiende sin Warner Brothers, que ha producido decenas de películas icónicas. Clásicos como Casablanca (1942), Rebelde sin causa (1955), Naranja mecánica (1971), El exorcista (1973), El resplandor (1980), Blade Runner (1982), Goodfellas (1990), Unforgiven (1992) o The Matrix (1999). Franquicias como las de Batman, Harry Potter o El señor de los anillos. Este año, el estudio produjo películas que tuvieron un desempeño excepcional en la taquilla superando los cuatro mil millones de dólares de ingresos globales. Éxitos como Minecraft: la película, Fórmula 1, Superman o El conjuro: últimos ritos. El problema económico de Warner, lo que le llevó a vender todo el negocio, no fue el estudio, sino los canales de cable que le hacían perder mucho dinero. Para Netflix tiene todo el sentido del mundo comprar Warner porque, por un lado, adquiere a uno de sus competidores principales en el negocio de streaming (HBO Max) y, por el otro, se queda con uno de los acervos de películas y programas de televisión más valiosos de la historia. Pero regreso al tema del cine. Es conocido que a Netflix no le gusta el modelo de producir películas para exhibirlas en el cine. Es lógico. Se trata de un negocio muy arriesgado. Cada vez cuesta más dinero producir una buena película. Para que se conviertan en un éxito instantáneo de taquilla, se requiere una inversión enorme de gasto de mercadotecnia (sólo 50 millones de dólares para el mercado estadunidense). Y no existen modelos que pronostiquen si un filme efectivamente tendrá éxito o no en la taquilla. Desde la primera semana de exhibición puede convertirse en un fracaso dejando pérdidas multimillonarias. El negocio de un estudio es sacar un número determinado de películas al año. Pierden en muchas de ellas. Lo que esperan es que algunas sí peguen, unas con tubo, y así hagan dinero para acabar ganando en las utilidades anuales. Es, en suma, un negocio con mucha incertidumbre. A Netflix le incomoda este modelo. Lo suyo es vender suscripciones y asegurar que la gente no cancele proveyendo contenido entretenido. Las películas que ha producido Netflix han estado pocas semanas, a veces días, exhibiéndose en cines sólo para poder concursar en los premios Oscar. Las retiran rápidamente para llevarlas a su plataforma. Si Netflix se queda con Warner Bros. se corre el riesgo de que este estudio deje de distribuir sus películas a los cines produciendo un hueco importante en la oferta cinematográfica. Además, los otros estudios, que también tiene su servicio de streaming, podrían seguir su ejemplo, de tal suerte que, ahora sí, acabe desapareciendo el cine como lo conocemos, es decir, en la pantalla grande. El otro tirador por Warner Bros. es Paramount, también un estudio histórico, que ha lanzado una oferta hostil para bloquear la compra por parte de Netflix. Esa alternativa acarrearía otros problemas, entre ellos la intervención del presidente Trump y su familia. Pase lo que pase, la venta de Warner Bros. cambiará a la industria del entretenimiento que, de por sí, está pasando por un momento crítico debido a la llegada de la inteligencia artificial.   X: @leozuckermann   Columnista: Leo ZuckermannImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0

¿Sobrevivirá, de nuevo, el cine como lo conocemos?

2025/12/10 14:26

De mi madre heredé el amor por el cine. Ahora que Netflix anunció la adquisición de Warner Bros. Discovery, una vez más ha surgido el debate si el cine, como lo conocemos, sobrevivirá.

Es una vieja discusión. Ya antes se había pronosticado que el cine moriría cuando, por ejemplo, apareció la televisión o, después, con la tecnología de los videocasetes, que permitía ver películas en casa. No sucedió. La exhibición de filmes en teatros continuó.

Lo que han cambiado son los teatros. Cuando yo era chico, había grandes cines que albergaban a cientos y hasta miles de personas. Después vinieron los complejos de varios miniauditorios. Ahora hay unos muy sofisticados con asientos que se reclinan y hasta se convierten en camas con servicio de meseros que sirven comida y bebidas alcohólicas.

Son variaciones del mismo tema porque, al final del día, lo que prevalece es el gusto de asistir a un auditorio que se oscurece por completo y donde se proyecta una película en una pantalla gigante.

Eso es lo que está en peligro, o eso se dice, con la fusión entre Netflix y Warner Bros.

La primera es la más exitosa y popular plataforma mundial de streaming de contenidos de entretenimiento: series de televisión, películas y juegos. La segunda es una corporación que incluye uno de los estudios cinematográficos más viejos y exitosos de la historia, una productora y distribuidora de programas televisivos y de videojuegos, la plataforma de streaming HBO Max y varios canales de televisión de cable que incluyen a CNN, Food Network, Travel Channel, Animal Planet, TNT y Cartoon Network.

La historia del cine mundial no se entiende sin Warner Brothers, que ha producido decenas de películas icónicas. Clásicos como Casablanca (1942), Rebelde sin causa (1955), Naranja mecánica (1971), El exorcista (1973), El resplandor (1980), Blade Runner (1982), Goodfellas (1990), Unforgiven (1992) o The Matrix (1999). Franquicias como las de Batman, Harry Potter o El señor de los anillos.

Este año, el estudio produjo películas que tuvieron un desempeño excepcional en la taquilla superando los cuatro mil millones de dólares de ingresos globales. Éxitos como Minecraft: la película, Fórmula 1, Superman o El conjuro: últimos ritos.

El problema económico de Warner, lo que le llevó a vender todo el negocio, no fue el estudio, sino los canales de cable que le hacían perder mucho dinero.

Para Netflix tiene todo el sentido del mundo comprar Warner porque, por un lado, adquiere a uno de sus competidores principales en el negocio de streaming (HBO Max) y, por el otro, se queda con uno de los acervos de películas y programas de televisión más valiosos de la historia.

Pero regreso al tema del cine. Es conocido que a Netflix no le gusta el modelo de producir películas para exhibirlas en el cine. Es lógico. Se trata de un negocio muy arriesgado. Cada vez cuesta más dinero producir una buena película. Para que se conviertan en un éxito instantáneo de taquilla, se requiere una inversión enorme de gasto de mercadotecnia (sólo 50 millones de dólares para el mercado estadunidense). Y no existen modelos que pronostiquen si un filme efectivamente tendrá éxito o no en la taquilla. Desde la primera semana de exhibición puede convertirse en un fracaso dejando pérdidas multimillonarias.

El negocio de un estudio es sacar un número determinado de películas al año. Pierden en muchas de ellas. Lo que esperan es que algunas sí peguen, unas con tubo, y así hagan dinero para acabar ganando en las utilidades anuales. Es, en suma, un negocio con mucha incertidumbre.

A Netflix le incomoda este modelo. Lo suyo es vender suscripciones y asegurar que la gente no cancele proveyendo contenido entretenido. Las películas que ha producido Netflix han estado pocas semanas, a veces días, exhibiéndose en cines sólo para poder concursar en los premios Oscar. Las retiran rápidamente para llevarlas a su plataforma.

Si Netflix se queda con Warner Bros. se corre el riesgo de que este estudio deje de distribuir sus películas a los cines produciendo un hueco importante en la oferta cinematográfica. Además, los otros estudios, que también tiene su servicio de streaming, podrían seguir su ejemplo, de tal suerte que, ahora sí, acabe desapareciendo el cine como lo conocemos, es decir, en la pantalla grande.

El otro tirador por Warner Bros. es Paramount, también un estudio histórico, que ha lanzado una oferta hostil para bloquear la compra por parte de Netflix. Esa alternativa acarrearía otros problemas, entre ellos la intervención del presidente Trump y su familia.

Pase lo que pase, la venta de Warner Bros. cambiará a la industria del entretenimiento que, de por sí, está pasando por un momento crítico debido a la llegada de la inteligencia artificial.

X: @leozuckermann

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Excelsior2025/12/10 15:32
Triste realidad

Triste realidad

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Excelsior2025/12/10 15:05